Pero me fuí de tema. Unos meses mas tarde fué la graduación, y el director de Informática me pidió que escribiera un discurso para la ocasión, representando a los alumnos de Ingeniería que se graduaban ese día. Fué muy bien recibido (creo que en parte porque una graduada de Empresas hizo un discurso en que recordaba el primer dia de clase, que no conocía a nadie pero con el correr de las semanas se fue haciendo amiga, etc... en fin, el clásico discurso del liceo) y en estos años lo he utilizado informalmente como charla motivacional para alguna gente. Así que decidí ponerlo acá.
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Para algunos fué la defensa de la tesis; para otros fué un examen pendiente. Pero probablemente todos nos hayamos sentido igual al otro día : liberados. Después de 17 o 18 años siendo estudiantes, primero escolares, luego liceales y finalmente universitarios, nos encontramos de un día para el otro con que ya no lo somos. La sensación debe ser parecida al día en que te liberan después de una condena de 18 años, aunque no se los puedo asegurar.Vemos estos cinco años como un flash : dejamos atrás los parciales y los exámenes; las explicaciones con abundancia de decibeles de algún profesor de álgebra; las amenazas de pisotearnos como cucarachas de algún otro profesor – aunque reconozcamos que como hombre de palabra, cumplió sus amenazas en parcial tras parcial de su materia no exonerable; y tantas otras anécdotas que seguramente sigamos repitiendo una y otra vez cada vez que hagamos un asado con nuestros amigos en los próximos quince años.
Dejamos atrás corridas y nervios, peleas y noches sin dormir, frustraciones y crisis vocacionales; pero con el tiempo sólo recordaremos los buenos momentos que pasamos, como los recreos en la cantina, y como... bueno, estoy seguro que ya recordaremos algo bueno.
En definitiva, terminamos esta carrera que por momentos pareció mas bien una maratón, y la sensación que nos queda es esa : somos libres.
Pero como dijo un filósofo contemporáneo, “con un gran poder viene una gran responsabilidad”. Esa libertad que sentimos tiene otra lectura, que iremos interiorizando con el paso de los meses – una lectura mucho más importante que tener unas horas libres más. Es la libertad de ser los arquitectos de nuestras vidas.
Entramos a esta universidad siendo adolescentes; salimos convertidos en jóvenes camino a ser adultos. Durante 18 años tuvimos el camino marcado : éramos estudiantes, y lo demás era secundario. A grandes rasgos, las vidas de todos nosotros tuvieron ese denominador común.
Ya no hay un camino marcado y más o menos igual para todos : a partir de ahora, cada uno deberá decidir qué hacer con su vida, con un conjunto de opciones varios órdenes de magnitud mayor al que tuvimos hasta ahora. Nuestra libertad recién estrenada tiene su contrapartida; y esa contrapartida es la incertidumbre que sentimos ante tantas posibilidades.
Pero el título que nos otorga esta universidad no es sólo nuestro certificado de libertad; es también una valiosa herramienta para enfrentarnos a lo que sea que encontremos en nuestro camino. Ya no nos estamos preparando; el título es el certificado que nos habilita a jugar en primera división. Y lo digo a nivel mundial : en una sociedad globalizada como la de hoy, el hecho de ser uruguayos no es más que una curiosidad geográfica. El título que acabamos de obtener nos pone al mismo nivel que cualquier otra persona del planeta.
Lamentablemente estamos inmersos en una cultura negativa, la cultura del “acá no se puede”, “en este país no hay futuro para eso”. ¿Cuantas veces escuchamos esas frases? El principal obstáculo que tenemos que superar para triunfar a nivel mundial somos nosotros mismos. Muchas veces damos por sentado que algunas actividades no tienen futuro en este país, y al tener ese preconcepto nos condenamos a nosotros mismos al fracaso. Muchos ni siquiera lo intentan; muchos lo intentan pensando que no van a tener éxito, y por supuesto, no lo tienen.
Y sin embargo sobran ejemplos de lo contrario : de que la gente que se propone hacer cosas imposibles lo logra.
Todos sabemos que “en este país no se puede hacer cine”; y sin embargo dos ex-alumnos de esta misma universidad acaban de ganar un premio en el fesival de Cannes la semana pasada. Todos sabemos que la tecnología se crea en el primer mundo y llega unos años más tarde acá; y sin embargo la empresa donde trabajo no solo exporta software sino que crea tecnología de punta y abrió recientemente sucursales en Japón y China, que se suman a las que ya tiene en Brasil, Mexico e incluso en Estados Unidos. En este país se diseñan y construyen marcapasos de primer nivel.
Sobran los ejemplos; en las palabras de otro filósofo contemporáneo, “es solo una cuestión de actitud”. El subdesarrollo es un estado de la mente; mientras nos consideremos subdesarrollados, vamos a serlo.
Es más cómodo quejarnos de nuestro destino, es más cómodo culpar a la geografía por las cosas que no hacemos, que atrevernos a pensar en grande y a triunfar. Es más cómodo ser mediocres que trabajar para cumplir nuestros sueños.
Y esto es especialmente triste en el caso de Informática, donde lo único que se necesita para crear tecnología es una computadora. Una computadora y el convencimiento de que nosotros, uruguayos, competimos de igual a igual con el resto del mundo.
Los invito a cuestionarnos las cosas que consideramos imposibles. Los invito a desafiar y a superar esas imposibilidades. El título que recibimos hoy es el certificado de que no somos menos que nadie. Hoy dejamos de ser estudiantes : a partir de hoy, somos jóvenes profesionales y el mundo es nuestro.
Buenas noches.
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Para los despistados - los "filósofos contemporáneos" que cité son Spiderman y Fito Paez respectivamente.